Gutiérrez, a puro coraje, torció el rumbo del partido y debutó en la categoría con un puntazo ante Estudiantes de Río Cuarto y como visitante.
Gutiérrez sumó un punto importante en Río Cuarto, reducto que les es muy difícil a los equipos mendocinos, y arrancó con el pie derecho en la categoría. No mucho más.
O sí, el coraje. Le puso el pecho a la situación adversa y estuvo lejos de 'apichonarse' ante un rival que lo pasó por encima en los primero 30 minutos de juego, que se puso 2-0 arriba y que le creo no menos de media docena de situaciones claras de gol.
Desde el análisis táctico, se dio una situación peculiar. Castro dispuso un 4-4-2, que tras la muy pobre primera parte decide romper en el entretiempo y saltar al complemento con un 3-4-1-2 que tan buenos resultados le dio en el Torneo del Interior. Adentro Ortiz, afuera Lobarbo.
Inmediatamente el Cele pone el partido 2-2 con dos pelotas paradas. Habían transcurrido sólo 7 minutos y ya Gutiérrez había cambiado la historia. ¿Éxito total del cambio táctico? En absoluto.
Estaba claramente desequilibrado el equipo y, de hecho, Castro ni lento ni perezoso decide raudamente (consumado el 2-2) volver al 4-4-2 inicial. El mismo DT confesó que había salido a "matar o morir".
El local no superó nunca el impacto del tempranero empate y por eso fue todo de la visita en la etapa final.
El Cele pasó de la infortunio inicial (hasta un grupo de hinchas mendocinos se animaron a insultar a sus propios jugadores y cuerpo técnico) al frenesí final y el sabor amargo que quedó en la boca tras ese mano a mano que le tapó Bonacci a Ortiz a 8 minutos del pitazo final.
Estuvo muy cerca de ser goleado (Videla tapó dos pelotas clave tras el 0-2) y también muy cerca de volverse a Mendoza con los tres puntos.
Monumental reacción y descomunal muestra de coraje. Con el fútbol quedó en deuda. Ahora se viene el todopoderoso San Martín y el margen de error no será el mismo.